sábado, 25 de abril de 2009

"EL ESCANDALO DE LOS BORBON, A UN SIGLO DE LOS HECHOS"



Hace algunas semanas aparecio en la prensa internacional, la historia de Maria Luisa Sanz de Limantur Viuda de Wittik, la octogenaria aristocrata Francesa, reclama a la justicia de su pais el reconocimiento del apellido Borbon que le corresponderia por ser la unica nieta viva del Rey Alfonso XII, su padre Alfonso Sanz seria hijo ilegitimo del soberano y de la cantante de opera Elena Sanz fallecida en 1898.
Maria Luisa Sanz.



La existencia de Alfonso y Fernando Sanz,ambos hijos del rey, habria sido un secreto a voces en la corte del siglo XIX, e incluso ambos niños habian sido presentados a su abuela la reina Isabel II, quien les tendria un particular cariño. El rey habria mantenido esta familia paralela hasta su muerte en 1885, cuando sus hijos tenian 5 y 4 años respectivamente, despues de su muerte y ante la hostilidad de la viuda oficial, Elena Sanz obtuvo un pacto con la corte, a cambio de mantener su prole en secreto (pese a tener pruebas de su filiacion) la Casa Real constituyó un depósito de valores en títulos de renta por 500.000 francos, que ambos niños percibirían a su mayoría de edad, convertidos en 700.000 francos, bajo condición de no reclamar su filiación paterna, ni revelarla, comprometiéndose si otra persona lo hiciera, a desmentirlo. En caso contrario, se les retiraría el depósito. Pero la situacion cambio a la muerte de Elena 13 años despues. Los documentos desaparecerian misteriosamente recien en 1907 Alfonso se trenzaria en una ferrea pelea con el nuevo soberano, su hermano el rey Alfonso XIII, quien no estaba disupuesto a dar gusto a "los bastardos de su padre". Como podria suponerse el abuelo del actual rey Juan Carlos, gano la batalla y los hermanos Sanz recibieron una pequeña compensacion que no habria superado los 20.000 francos. 100 años despues, la hija de Alfonso Sanz y viuda del diplomatico chileno Alberto Wittik tiene mejores perspectivas frente a este caso.


La pagina http://www.filomusica.com/filo20/jenri.html nos aporta la siguiente biografia de la contralto Elena Sanz:


"La contralto Elena Armanda Sanz Martínez de Arizala, es una de las pocas y escasísimas voces españolas de esta tesitura. Fue una artista internacional vinculada a la Scala de Milán y a Julián Gayarre con quien estrenó muchos de sus éxitos, no obstante en la memoria de los españoles del momento, no pasó por sus grandes giras en los mejores teatros, sino por otros motivos más personales que le obligaron a abandonar la escena prematuramente.
La contralto nació en Castellón de la Plana el 15 de Diciembre de 1849. Al ser su padre un funcionario, éste es trasladado a Madrid cuando Elena es sólo una niña, por tal motivo ingresa en el colegio de niñas de Leganés, donde aprenderá canto a la vez que realizará sus primeras actuaciones en el coro de su Iglesia. Debido a las peculiaridades de su voz, sus padres y maestros deciden que ingrese en el Real Conservatorio de la capital. Allí será discípula de Baltasar Saldoni, quien le proporcionará una audición con Enrico Tamberlick, éste, reconociendo la calidad de la contraldo la recomienda para que vaya a París y en 1868 la inscribe como artista en el Teatro Chambery, representando ese mismo año el papel de Azucena en El trovador.
Desde este momento, es reconocida en los grandes teatros del mundo. Será una asidua en la Scala de Milán en donde compartirá cartel en muchas ocasiones con Julián Gayarre. Justamente en la Scala cosechará sus mejores éxitos, sobre todo en sus interpretaciones en La favorita,Uun ballo di maschera y Carlos V de Halévy, de entre todas las óperas que representó allí desde los años 1870 a 1876. Sin abandonar sus representaciones en el afamado teatro milanés, Elena Sanz realizará giras por todo el mundo, Gayarre la solicita para su gira americana por Argentina y Brasil, y Adelina Patti para su gira en San Petersburgo frente a los zares y otras capitales centro europeas.
En 1876 la contralto será contratada en la Ópera de París por dos temporadas, sumando a su elenco de papeles los de Maddalena en Rigoletto o Brangäne en Tristán und Isolda. Estos dos últimos años también coincidirán con sus estrenos en España en El Teatro Real de Madrid.
En el año 1878, la cantante, a los veintinueve años abandonará la escena definitivamente por motivos personales. Morirá unos años después, el 24 de Diciembre de 1898 en París a los cuarenta y nueve años de edad.
Referirnos a los motivos personales, es un poco hacer referencia a la historia de España del último tercio del siglo XIX. La artista conocerá a Alfonso de Borbón (futuro Alfonso XII) en Viena en el año 1872, desde entonces ambos fueron amantes. Esta relación no dejaría de ser algo coyuntural (y un tanto de novela), el príncipe y la diva, si no fuese porque en el año 1875 Alfonso es coronado rey en España, y en vez de finalizar esta relación, Elena, decide abandonar su ejercicio profesional para poder estar al lado de su amante, ambos mantendrán su romance en Riofrío en una casa cercana a la Sierra madrileña. Este romance era por todos conocidos, incluso Isabel II hablaba de Elena como de “su nuera ante Dios” (la soberana fue quien los presentó y fomentó la relación). Elena tendrá dos hijos del monarca, uno, Alfonso, nacido en 1880 y otro Fernando, nacido en 1881. De esta relación y de esta descendencia todo el mundo hablaba, máxime cuando Alfonso XII no tenía hijos varones que le sucediesen en el trono. Al morir el rey y enviudar la reina Maria Cristina (1885) Elena ha de renunciar a cualquier pretensión por parte de sus hijos al trono, negociando en este sentido unas especiales condiciones para su exilio y el de su familia ayudada por Nicolás Salmerón, a la sazón uno de los presidentes de la primera república española.
Las características de su voz eran las de una contralto: ancha y sonora, de expresión considerable y predispuesta sobre todo a los fuertes acentos dramáticos. Gravedad y dramatismo que la sitúan en una contralto dramática en donde la profundidad de los sonidos graves prevalece sobre los posibles ornamentos del canto.
Lamentablemente no existe ninguna grabación ni registro sonoro de la cantante, por lo que sólo nos ha dejado las críticas musicales y apreciaciones de los contemporáneos, aparecidas en la prensa en sus años de ejercicio profesional "
Alfonso XII

El diario El Mundo retrata la situacion de Maria Luisa en una cronica de la periodista Consuelo Font:
"María Luisa Sanz de Limantour es una elegante dama francesa de 81 años, afincada en Marbella. Allí reside en una coqueta casa de dos plantas, rodeada de campos de golf. En la puerta, tiene aparcado su viejo porsche blanco que todavía conduce. "Va fantástico", comenta. Se niega a desprenderse de él. Tampoco se separa de su perrito Toy, un juguetón teckel enano. Viuda del embajador chileno Alberto Wittig, su vida ha sido un constante cambio de escenario entre París, Santiago de Chile, Lisboa, Nueva York, Quito y Madrid. Ciudades donde sucesivamente nacieron sus cinco hijos y seis nietos.
Aparentemente, su existencia no difiere de la de otros extranjeros de posición acomodada que recalan en Marbella, y son como reliquias del pasado esplendor de esta ciudad. Pero la vida de María Luisa encierra un secreto férreamente guardado. Un secreto que ella descubrió cuando tenía 15 años. "Fue en el verano de 1940, en plena Guerra Mundial. Nos instalamos en Biarritz huyendo de las bombas que caían sobre Normandía, donde teníamos una casa de campo. Cada tarde, iba al paseo marítimo a jugar con mis amigos a verdad o consecuencia, el juego de moda. Un día, un chico me preguntó: "¿Tú eres tan engreída por ser quien eres?". No entendí y contesté: "¿Pero quién soy yo?". Mi amiga Araceli, hija del conde de la Granja, me dijo después: "María Luisa, ¿no sabes que eres nieta del rey Alfonso XII?". Me quedé estupefacta. Al llegar a casa, se lo conté a mi madre. Me dijo que era cierto, pero que mi padre no quería hablar de ello, porque había sufrido mucho".
Hoy María Luisa ha decidido desvelar en CRONICA su secreto. "Tengo 81 años. Ha llegado el momento de pedir que se me reconozca para rehabilitar la memoria de mi padre y de mi abuela Elena, a quienes se despojó de todo. También por mis hijos, que viven casi todos en España. Llevar el apellido Borbón es muy importante en este país. Además, es nuestro apellido", afirma.
Y recuerda el caso de Leandro de Borbón, a quien en el año 2003 los tribunales otorgaron el apellido, reconociéndolo hijo de Alfonso XIII. Después, obtuvo el mismo reconocimiento su hermana Teresa, fallecida en 1940. Habían nacido de la relación extramarital de Alfonso XIII con la actriz Carmen Moragas.
"Cuando Leandro fue reconocido", apunta María Luisa, "Alberto, mi marido, me animó a que lo hiciera yo también. Antes los hijos naturales eran algo vergonzoso, que se ocultaba, pero ahora en España han cambiado las cosas. Tienen los mismos derechos y pueden reclamarlos. Gracias en gran medida a la Monarquía democrática de Juan Carlos, que es un rey fantástico".
El padre de María Luisa, Alfonso Sanz, y su tío Fernando, nacidos respectivamente en París el 28 de enero de 1880 y el 25 de febrero de 1881, fueron presumiblemente el fruto de la relación entre el Rey Alfonso XII y la cantante de ópera Elena Sanz.
Algo que evidencian las cartas que María Luisa ha aportado a CRONICA, enviadas por el monarca a su abuela, y que su padre guardaba en un cofre bajo llave. El soberano se dirige a ella como "mi adorada Elena" y hace continuas referencias a "los nenes". Se interesa por ellos y por su salud. En una, especialmente tierna, agradece a su amante que le enviara fotos de Alfonsito. "Elena mía: qué monería de retratos y cómo te lo agradezco. El chico hace bien en agarrarse a lo mejor que tiene, y por eso le va a gustar tocar la campanilla".
La bella Elena Sanz Martínez de Arizala, emparentada con el conde de Cabra y cantante de ópera, conoció a Alfonso XII en Viena en 1872 durante una gira. El futuro rey tenía 15 años y quedó embobado por ella, una mujer hecha y derecha de 28. No volvieron a verse hasta que Alfonso enviudó de Mercedes. El monarca rompió el luto para acudir a la ópera La Favorita, en la que actuaba Elena Sanz. Iniciaron una apasionada relación, y en enero de 1880 ella dio a luz a su hijo Alfonso en París. Dos meses antes, el monarca contrajo matrimonio por razón de Estado con María Cristina de Habsburgo-Lorena, madre de Alfonso XIII. Un hijo al que su padre no conoció, pues murió en 1885, antes de que naciera.
María Luisa, la nieta de Elena Sanz, reconstruye el final de aquella historia de amor. "Al morir Alfonso XII, la reina María Cristina hizo firmar a mi abuela papeles que no debía haber firmado". Parece que Elena Sanz fue presionada para entregar a la reina documentos y cartas que probaban la paternidad de Alfonso XII. A cambio, le ofreció una suma de dinero para asegurar el porvenir de sus hijos. Pero al morir la cantante en la Navidad de 1898, se produjo una extraña quiebra en el banco donde estaba depositado el dinero, quedando los niños en la calle. "De la Embajada de España llegaron dos camiones, y se llevaron todo lo que había en el piso de mi abuela. Ni muebles, ni cuadros, ni joyas aparecieron jamás".
Ello no fue obstáculo para que María Luisa Sanz de Limantour viviera una existencia envidiable. "Papá, con sólo 24 años, era director general de Peugeot en París. Tenía una facha imponente, era alto, rubio, muy borbón, las mujeres se volvían locas por él". Esto seguramente propició su boda con Guadalupe de Limantour, de una de las familias más poderosas de México.
Veranos en Cannes
El padre de ella, presidente de los ferrocarriles aztecas, se instaló en París a raíz de la revolución mexicana. Lupe se casó con Alfonso Sanz en 1921, naciendo en 1922 su primera hija, Elena. María Luisa nació en 1925: "Vivíamos en una casa preciosa, en la rue Leroux. Mis padres tenían una intensa vida social. Todo el servicio de casa era español, menos Gerard, el cocinero. Mi hermana y yo teníamos nuestra propia doncella, Carmen, y una nanny inglesa". Entre sus mejores recuerdos destacan sus estancias en la casa de campo de Normandía -"allí mi madre jugaba al bridge con la esposa de Churchill"- y los veraneos en la villa de Cannes: "En Niza está enterrada mi abuela, Elena, mi padre y también su hermano Fernando".
El segundo hijo de la cantante falleció con 43 años. Nunca se casó. "Era un bohemio, le gustaba la música y escribir poesía. Se las recitaba a mi madre de rodillas. Mi padre se ocupaba económicamente de él".
Alfonso Sanz inició ya a principios de siglo un pleito para ser reconocido como hijo de rey. "Mi madre le advertía: contra la Corona, no podrás nunca ganar. Y, en efecto, perdió". Algo que seguramente acentuó su amargura y le hizo borrar de su mente esa obsesión. Sin embargo, no podía evitar tener en su casa recuerdos que delataban lo que seguramente era una fuerte lucha interior entre su corazón y su cabeza. "Papá tenía en su cuarto dos grandes retratos al óleo. Cuando yo le preguntaba quién era, respondía mon papá (mi padre). Sin embargo Rafael, nuestro mayordomo, que nació en el palacio de los Medinaceli en Sevilla, me decía: "Es el rey Alfonso XII". Yo no lo entendía muy bien". Uno de estos retratos cuelga hoy en la casa marbellí de María Luisa: representa el conocido cuadro de Benlliure La muerte de Alfonso XII que está en el Museo del Prado. "Es el boceto original que realizó Benlliure. La reina Isabel II se lo regaló a mi abuela de recuerdo al morir Alfonso XII".
Isabel II, apasionada del bel canto, fue la gran protectora de Elena Sanz, a quien llegó a calificar ante su confesor, el padre Bonifacio Martín, de "mi nuera ante Dios". Siempre se ocupó de ella y de sus niños. Como la hermana favorita de Alfonso XII, la infanta Eulalia. "Para nosotros era la tía Eulalia. Los jueves íbamos a tomar el té a su casa. Estaba muy pendiente de nosotros. A los pocos días de conocer a Alberto, mi marido, me dijo: "Dice mi dedito que tienes un enamorado de Chile. Me puse como un tomate".
María Luisa conoció a su marido, Alberto Wittig, con 16 años, en la afamada casa de modas Paquín. Su directora, Anita Pombo, organizaba meriendas con baile los jueves por la tarde. Ella solía acompañar a su madre. "Me invitó a tomar el té y, al despedirnos, rompió un billete de cinco francos por la mitad, apuntó su teléfono en mi parte y el mío en la suya". Era hijo de Cecilia Cook, una chilena de origen irlandés que ejercía como cronista de prensa en París y poseía pasaporte diplomático.
Se casaron en 1944, con 19 y 21 años. Licenciado en Ciencias Políticas, regresó a Chile para opositar a la Escuela Diplomática. María Luisa se reunió con él siendo ya madre de sus dos hijas mayores, Priscilla y Patricia, que nacieron en París en 1945 y 1946. Cuando Leslie, su primer varón nacido en Chile, tenía seis meses, la pareja se trasladó a Portugal para ocupar su primer destino: la tercera secretaría de embajada en Lisboa. Allí permanecieron desde enero de 1955 hasta 1959, y nacieron sus hijos Jennifer y Jaime.
Las casualidades del destino hicieron que coincidieran en Portugal con varias familias reales en el exilio, entre ellas el rey de Italia, Humberto, o el conde de París, con las que mantuvieron relaciones asiduas. Y por supuesto, con los condes de Barcelona y sus hijos. María Luisa recuerda: "Siempre me asombró el especial cariño con que nos trataban don Juan y doña María, sobre todo a mí. El conde de Barcelona, cuando veía a mi hija Patricia, acariciaba su melena rojiza y me decía: "Qué pelo tan precioso".
Hay una divertida anécdota protagonizada por su marido y la condesa de Barcelona en un baile de disfraces que organizó la embajada de Brasil. "Llevábamos poco tiempo en Portugal. Alberto se pasó toda la noche hablando con una señora que llevaba un antifaz negro. Al final, me comentó: "No sé quien es, pero además de encantadora, tiene unos ojos azules preciosos". Era doña María".
También coincidían con Don Juan Carlos, que se estaba educando en España, cuando iba a Estoril a ver a sus padres. "Era un chico alto, muy rubio, muy guapo y simpatiquísimo. Salía con la hija del rey Humberto, María Gabriela y hacían una bonita pareja. Nunca imaginé que le vería como Rey de España. En todo caso a su padre, Don Juan".
María Luisa guarda especial cariño a la infanta Margarita, a la que le encantaba navegar. "Un día Juan Carlos nos telefoneó para ver si podíamos llevar a su hermana a dar un paseo en nuestra motora. Nosotros salíamos a hacer esquí acuático por Estoril. La acompañó don Juan a nuestra fuera borda y lo pasó estupendamente. 30 años después coincidimos en Madrid en la calle Serrano, y me reconoció por la voz".
Precisamente en Portugal tuvo lugar uno de los escasos encuentros entre don Juan y Alfonso Sanz, padre de María Luisa. Serían, caso de que María Luisa tenga razón, sobrino y tío, al ser don Juan hijo de Alfonso XIII y éste hermano de sangre de Alfonso Sanz. "Papá había venido a vernos desde París y le fuimos a recoger al aeropuerto. De lejos, apareció el conde de Barcelona. Yo de di un codazo: "¡Papá, está ahí don Juan!". Mi padre me miró fijamente, respondiendo: "¿Y qué?". Y siguió andando como si nada".
"¿Saben ellos quién soy?"
Aunque la situación entonces de la Familia Real era muy distinta a la actual, con la posibilidad de recuperar el trono en el aire, a María Luisa jamás se le pasó por la cabeza plantearles la cuestión familiar de su padre. "Para mí en ese momento carecía de importancia. Tampoco me hubiera atrevido. Pero admito que el afecto que me mostraban los condes de Barcelona me tenía intrigada. Hasta el punto de que un día le pregunté al diplomático Rafael Jordana de Poza, que estaba al tanto de todo: "Rafa, ¿crees que saben quién soy?". Me contestó: "Tú sabes quiénes son tus primos, ¿no? Pues con mayor motivo ellos, que pertenecen a la realeza. Claro que lo saben". Sin embargo, jamás hicieron la mínima alusión".
Había por aquel entonces bastante gente que conocía la historia de Elena Sanz y Alfonso XII. Como el marqués de Santo Floro, padre de Natalia Figueroa, que incluso pretendía escribir un libro. María Luisa recuerda: "Me decía siempre que nos veíamos que le llevara los papeles, yo le contestaba que sí, pero luego me arrepentía". También la madre del príncipe Alfonso de Hohenlohe. "Un día se me acercó en Marbella y me preguntó: '¿No eres la hija de Lupe y Alfonso?'. Cuando le dije que sí, hizo un significativo gesto con la mano, exclamando: '¡Lo sé todo!'". En 1959 María Luisa y su marido abandonaron Portugal. Sucesivamente vivieron en Nueva York, Santiago de Chile y Quito hasta que, en el año 69, Alberto Wittig es destinado a Madrid. El mismo año en que Don Juan Carlos fue nombrado por Franco sucesor a título de Rey.
"Por aquel entonces era muy famosa la película Dónde vas Alfonso XII, donde se trataba a mi abuela como a una cualquiera. Eso me indignaba. No sólo fue la relación más larga que mantuvo Alfonso XII, sino que además era una gran señora que lo dejó todo por amor, incluso su brillante carrera en la ópera".
La década de los 70 fue especialmente dramática para María Luisa, ya que perdió a sus padres y a su hermana Elena. En 1970 murió Alfonso Sanz, con 90 años, al romperse la cadera. Su hija Elena estaba a su lado. Sus últimas palabras fueron el resumen de su obsesión. "'Delirando, gritaba: "Elena, toda esa gente ha venido para saber quiénes somos, pero no se lo cuentes a nadie'".
En 1977 murió su madre, Lupe Limantour, en Marbella, donde María Luisa y su marido se habían establecido tras retirarse Alberto Wittig. Y en el 79 falleció su hermana Elena de un tumor cerebral. Era su confidente. "Decía que era triste que, siendo nuestra familia, nunca hubiéramos podido vernos".
Elena Sanz de Limantour -hermana de la protagonista de nuestra historia- residía en Nueva York. Se había casado con un financiero neoyorquino, Robert Borges. Se casaron en 1949 y tuvieron dos hijos: Bruce, nacido en 1953, que se dedica a la banca, y Warren, que vino al mundo en 1957 y reside en Suramérica, donde se dedica a la construcción. Cada uno tiene un hijo. "Mi hermana tenía más recuerdos de familia que yo, sobre todo fotos que mi padre conservaba de Alfonso XII, y de mi abuela. También cartas y documentos. Lo guardaba todo en su casa de campo de Conneticut, que se quemó a finales de los años 80. A mí no se atrevían a decírmelo. Se perdieron tantos recuerdos".
María Luisa tiene también su casa de Marbella poblada de fotos. En su habitación, cuelga el retrato de un niño. Parece el Príncipe Felipe. "Todo el mundo piensa que es el Príncipe, pero es mi hijo Leslie de pequeño. Eran idénticos. Es increíble el aire de familia. Yo me quedo asombrada al ver al Rey Juan Carlos, porque con los años se va pareciendo cada vez más a papá: la misma forma de andar, la misma facha, incluso la cabeza, plana por detrás. Se parece tanto que podría ser hijo suyo". Sobre una cómoda, hay una foto enmarcada de un bebé. "Hay gente que me pregunta si es la Infanta Leonor, y es mi hijo Jaime con nueve meses".
Jaime, el menor de sus hijos, vive habitualmente con su madre en Marbella. Especialmente desde que el año pasado falleció Alberto Wittig. Es soltero y se dedica a negocios de hostelería en la costa. Leslie, el mayor de los varones, tampoco está casado, reside en Madrid dedicado a negocios inmobiliarios. Hay además otra hija soltera, Jennifer, fotógrafo de profesión, que vive en la sierra de Madrid, en Navacerrada.
Las únicas casadas son sus dos hijas mayores, Priscilla y Patricia. Priscilla, que vive en Chile, está casada con un chileno, Gonzalo García Bawson, que se dedica a la banca. Vivieron unos años en Madrid, en la urbanización La Moraleja, donde ella dirigía una boutique de firmas de lujo. Son padres de dos hijas veinteañeras: Priscilla, a quien apodan Tutum, que estudia Periodismo, y Alejandra, que estudia Bellas Artes. Su otra hija, Patricia, está casada con un arquitecto jerezano, Luis González López de Carrizosa, y tiene cuatro hijos, Pablo, Marcos, Bruno y Moira.
Todos sin excepción apoyan a la matriarca, María Luisa, en su decisión de salir a la luz como única nieta viva de Alfonso XII. Si obtuviera el apellido Borbón, todos ellos, incluidos primos norteamericanos, pasarían a ostentar este apellido. Lo que sumado a las respectivas proles de Leandro, padre de seis hijos, y su hermana, Teresa, reconocidos como hijos de Alfonso XIII, superarían la treintena de nuevos Borbones.
¿Qué opinaría de todo esto la Familia Real española? María Luisa no les ha vuelto a ver desde Portugal. Tan sólo un día, cuando iba con su marido y sus hijos, coincidió en el Club Puerta de Hierro con el Rey. "Me sonrió en forma de saludo, pero no sé si me reconoció. Yo le sigo teniendo enorme afecto. Lo último que quiero es hacerles daño, y comprendo que la posición del Monarca es difícil. Al fin y al cabo la reina María Cristina, que tanto daño nos hizo, era su bisabuela. Para mí don Juan Carlos sigue siendo aquel joven que conocí en Estoril. Y soy su tía. Pero si le tuviera frente a mí, creo que no me saldrían las palabras. Sólo le diría: "Encantada de volver a verle, Majestad'".
Ya que Madame Sanz, quiere rescatar del pasado viejas historias, seria interesante que reflotara la historia que el rey Alfonso XII, tambien es ilegitimo producto de una de las tantas relaciones extramatrimoniales de su madre la reina Isabel II de Espana, varias teorias llegarian a la conclusion de que el marido de Isabel, su primo Francisco de Asis Borbon, habria sido homosexual y este matrimonio no era mas que un arreglo de los grandes circulos reales. Entre los posibles padres biologicos se barajaban los nombres del teniente de ingenieros Enrique Puig Molto o el general Francisco Serrano Dominguez, mas de alguna voz de la madre tierra se estara preguntando en los salones de El Escorial si la Viuda Wittik habria hecho las mismas pesquizas por el prestigios de los apellidos Puig o Serrano.